"Toda enfermedad comienza en el intestino", afirmaba Hipócrates (460 - 370 a.C), el padre de la Medicina. Esto porque en ese órgano, específicamente en el intestino grueso (o colon), es donde se concentra la mayor parte de nuestra microbiota ("flora intestinal"), que corresponde a un universo de bacterias (más de 10 veces que la cantidad de células humanas) y otros microorganismos que conviven en nuestro sistema a partir de un proceso evolutivo de miles de millones de años.
Es en el intestino donde radica sobre el 70% de nuestro sistema inmune. Todas las personas tenemos una microbiota diferente. Cuando se produce un desequilibrio (o disbiosis), sobre todo derivado de una mala alimentación e ingesta indiscriminada de antibióticos, algunas bacterias u hongos comienzan a proliferar y a colonizar el sistema completo, como es el caso del hongo Cándida.
Esto termina repercutiendo en una mala salud, con múltiples síntomas como distensión abdominal, inflamación crónica, absorción deficiente de nutrientes, estreñimiento, colon irritable, diarrea, problemas a la piel, alergias, entre otros. Incluso ahora ya se sabe que se puede presentar una depresión, porque existe una relación muy estrecha entre una microbiota dañada y un mal funcionamiento del sistema nervioso.
Por esta razón, es muy importante cuidar de nuestra microbiota consumiendo alimentos ricos en fibra (como las frutas, verduras y cereales integrales), ya que son el alimento de nuestras bacterias buenas (o probióticos), evitando a su vez la grasa animal (carne, leche y huevos), los carbohidratos refinados (pan blanco, azúcar blanca, arroz blanco, fideos, entre otros) y los productos ultraprocesados (con saborizantes, edulcorantes y preservantes artificiales).
También restringir la ingesta de antibióticos sólo para casos específicos, ya que destruyen las bacterias malas como también las beneficiosas. Lo otro que podemos hacer es incorporar fermentados en nuestra alimentación (como la kombucha, el chucrut, el vinagre de sidra de manzana, el tempeh, entre otros) o suplementarse directamente con probióticos.